Siguiendo (involuntariamente) con la serie de "imbatibles", cuéntoles que la semana pasada pasamos una velada inspiradora en Mamá Europa, donde la poderosa carta de siempre estuvo acompañada de un concurso de chistes judíos, algunos muy poderosos y otros, no.
Pero más allá de lo desparejo del talento chisteril, considero digno de mención la combinación celestial de la exquisita comida con el humor judío, que inexorablemente potencia tanto la parte gastronómica con recuerdos de bobes e infancias como la del humor, que ha acompañado y alimentado por siempre al Pueblo Judío. Aún en los peores momentos de su historia.
No pude evitar recordar a Gabriela Z'L, mi amiga del alma, que hace un año ya no está con nosotros, e imaginarmelá esa noche debatiéndose entre prestar la merecida atención al plato, o reirse a mandíbula batiente por algún chiste; y tal vez haciendo todo al unísono.
De la mencionada velada, rescato dos chistes dos, los cuales sigo contando a casi todos los que conozco. El primero no recuerdo quién lo contó. Versaba sobre la identidad del Pueblo Judío, y cómo ésta queda plasmada en el escenario de un "idische restó".
Un comensal observa que otro le resulta cara conocida. En pos de identificar de dónde lo conoce, se acerca y le pregunta:
- Jugás al fútbol en Macabi?
- No me gustan los deportes.
- Vas al grupo de solos y solas de la colectividad?
- Soy gay.
- Vas al Templo de Libertad?
- Soy ateo.
- Pero sos judío, no?
- Por supuesto.
Y el otro, recreado deliciosamente por la Sra. Lía Jelín dice así:
Samoil de 88 años llega a su casa y saluda a su esposa Sarita con quien está casado hace más de 55 años y le dice:
- Sarule, tengo que decirte algo muy importante: Tengo una novia.
- Ah, sí?
- Sí.
- Y cuántos años tiene?
- Veinte.
- Veinte? Y cogés?
- Sí, le dice Samoil.
Al día siguiente, Samoil aparece escachatado en la vereda de su departamento. La policía llega a la casa y se lleva a Sarita a la comisaría a declarar.
A pedido del comisario, Sarita se aviene a relatar los hechos acaecidos la noche anterior, lo cual hace de manera veraz y fidedigna. Cuando Samoil le confirmó a su esposa que efectivamente cogía con la novia veinteañera, Sarita le dijo.
-Podés coger, podés volar.
Y yo me la imagino a Gabriela llorando de la risa sobre un soberano blintze acompañado de un té con leche fría, para luego de pagar la cuenta retirarnos del lugar rodando nuestros judaicos y abundantes culos por la calle Migueletes en busca de un taxi.
Nos estamos viendo.