lunes, febrero 26, 2007

Chascomús casi un mes después

¿Se puede regresar a un lugar al que nunca se ha ido?
Yo siento que sí. Hay rincones en el mundo que remiten inevitablemente a sensaciones placenteras que buscamos o que ya hemos encontrado en el pasado.

Eso es exactamente lo que me ocurrió en Chascomús.

Me explico. Ruby tenía muchas ganas de ir allá, y de que fuéramos juntos porque había pasado muchos veranos con sus abuelos paternos. Quizás quería acercarse a un pasado querido y compartirlo conmigo.

Yo no estaba loca de contenta de pasar mis exiguos cuatro días de vacaciones ahí. Nunca había ido y me aferraba al prejuicio de que la iba a pasar mal porque no había nada para hacer, y además tampoco teníamos la certeza de poder meternos en la laguna. No era un panorama muy alentador. Por esas casualidades, mi amiga Fabiana fue a pasar el Año Nuevo a Chascomús y volvió muy contenta (sobre todo con las experiencias gastronómicas). Confié en su opinión, que me pareció más objetiva que los "recuerdos de provincia" de Ruby.

Su abuelo paterno nació en Polonia, en una región llamada Galitzia. Y por alguna razón que no llegamos a desentrañar del todo, él y como 200 de sus paisanos arribaban a esa localidad cada verano. Tal vez porque Chascomús les recordaba a sus pueblos natales, a la Europa que dejaron atrás.

Ruby pasaba un mes en la casa de la calle Colón 380 antes de ir de vacaciones con sus padres a Mar del Plata.
La hora de la siesta era un terreno pantanoso que se negó siempre a cruzar, por lo que se quedaba en la calle jugando con algún chico de su edad.

Justamente llegamos a Chascomús a la hora de la siesta. Chascomús será muy la capital nacional del miniturismo, pero a esa hora no es muy distinto a cualquier pueblo. Está todo (pero todo) cerrado. En el Sahara debe haber más movimiento a esa hora.

Ruby dice que mi cara de desazón era digna de fotografiarse.
Y yo le creo.

Pero nunca fui de desalentarme al primer obstáculo y no soy quejosa, así que no dije ni mú. Comimos algo en Pato's, encontramos una posada en la ciudad frente a la laguna, nos acomodamos y salimos a caminar.

¿Se acuerdan de Atalaya? Sí, Atalaya, ese mítico parador en la ruta 2 con las medialunas de ensueño. Bueno, resulta que los muchachos se modernizaron y pusieron una sucursal a la vera de la laguna, donde cómodamente se puede ver los atardeceres.

Al terminar el primer día yo ya estaba feliz en Chascomús. Una ciudad fundada hace 300 años, donde no circulan colectivos y la gente camina, anda en bicicleta o se moviliza con motos o autos.
Arquitectónicamente tiene un encanto peculiar, tanto por las casas antiguas celosamente conservadas, como por las que quedaron abandonadas a su suerte, y por las otras, bajas, sencillas, huérfanas de todo estilo identificable.
Si bien el atractivo de Chascomús se encuentra en la majestuosa laguna, los extensos parques también invitan a permanecer al amparo de su sombra para compartir unos mates o pedalear a gusto.
El centro en sí mismo no tiene nada de llamativo. Se nota sin embargo que Chascomús mueve dinero. La gastronomía, efectivamente es digna de mencionarse. Recomendamos El Viejo Lobo (parrilla, pescados y pastas), De la Guardia (slow food) y el Club de Regatas para unos pejerreyes como Dios manda.
Y nos metimos en la laguna, que no será el Caribe pero que tiene lo suyo.

Lo curioso de estas vacaciones es que se parecieron mucho a las del año pasado: la tranquilidad, las caminatas, la lectura, los atardeceres en silencio de Chascomús que se parecen mucho a los de Solanas.

Cuando a fines de febrero de 2006 volví de Punta del Este lo llamé a Ruby con alguna esperanza. Y este año nos fuimos juntos a ver atardeceres y a pasar su cumpleaños número 42.
En el camino de vuelta a Buenos Aires, él me hizo acordar de una conversación que tuvimos la última vez que nos vimos en 2005. Hablamos de Chascomús. Me contó de su infancia, de sus abuelos y de la tranquilidad que se respira en ese lugar. "A vos no te va a gustar, me dijo. Te vas a aburrir". "No sé, le dije yo. Creo que sí me va a gustar. En los lugares donde no pasa mucho, las personas prefieren no ir por el peligro de encontrarse a sí mismas. Pero a mí me gustan los lugares tranquilos".
En el 2005 aparentemente todavía no pasaba nada entre nosotros. Ahora me doy cuenta que ya nos andábamos queriendo.