jueves, agosto 30, 2007

Con ye de yuvia


No tengo casi que explicar que es un uso rioplatense arraigado el pronunciar a la letra "ll" como "sh" o "ye".

De un tiempo a esta parte pronunciar a la "ll" como "ye" y no "shhh" ha pasado a ser un símbolo de status (?) un tanto generalizado. Hasta aquí no tengo quejas.

Tal vez para no parecer pariente de la Chona, quien sistemáticamente pronunciaba la "ll" o "y" como "shhhhhh", una banda de gente extendió el uso de la "ye" a palabras foráneas que en su idioma original se escriben y pronuncian con "sh".

Así, un show pasa a ser un YOU (no iu, ojo), lo fashion muda a FAYON, el importante "hotel de la zona de Retiro" es ridículamente rebautizado YERATON y de repente los judíos comen KAYER en vez de kasher. El otro día tuve que escuchar a una boluda total que explicaba desde la pantalla de Utilísma cómo hacer un Baby "YAUER". No me digan nada. Ustedes me objetarán para qué catzo estaba yo mirando Utilísima. Vaya uno a saber.

Lo gracioso es que la gente que ha adoptado esta modalidad en general tiene acceso al idioma inglés o hasta lo habla. Nadie puede aducir desconocimiento. Entonces... ¿para qué lo hacen? ¿La explicación por el modelo Anti Chona es suficiente?

Apelo a la solidaridad de los lectores para colaborar con más ejemplos de sh-ye. Así mismo me gustaría que alguien me explique las causas de este espeluznante fenómeno, si es que se les ocurre.

Me voy silbando bajito.

lunes, agosto 13, 2007

Cuando 20 años son mucho más que nada

Este año cumplo 20 de mi egreso de la Escuela Nacional Normal Superior en Lenguas Vivas "John F. Kennedy", que entre otras cosas, cambió también de nombre.
Cursé ahí mis estudios secundarios. Lo digo con orgullo porque sé que recibí una educación de privilegio, que tuve profesoras (la mayoría, al menos) entregadas a su tarea en un momento del país que no era nada fácil hacerlo.

Una de mis compañeras, Valeria Oreiro, tuvo la feliz idea de convocar a toda camada de egresadas en un grupo de Yahoo!. Muchos de los nombres (sobre todo de las que no estaban en mi mismo curso) se me escurren de la memoria, pero igualmente me provocó una alegría inmensa descubrir las fotos, algunas anécdotas de entonces, pero sobre todo saber qué fue de la vida de cada una de nosotras 20 años después.

En estos 20 años me crucé con algunas en lugares como tan dispares como un vacunatorio, el subte, la calle, la Clínica del Dr. Ravenna y un curso de la Red Solidaria. También hubo algún intermitente reencuentro, pero eso fue todo.

Por eso tal vez me siento engolosinada con la idea de volverlas a ver en el encuentro que se está organizando en el colegio.

Por lo pronto el viernes tomé un café con Ethel, una de mis compañeras. Fue increíble. El tiempo no nos alcanzó para ponernos al día. No podíamos parar de conversar y nos levantamos de la mesa porque ya se nos había hecho recontra tarde y las responsabilidades de nuestra vida adulta nos convocaban indefectiblemente.

Veinte años no se recorren en dos horas de café que se convirtieron en casi tres. Sin embargo estaba intacta la afinidad y cierto lenguaje común. Creo que eso fue la piedra fundamental de una mutua felicidad por haber encontrado una parte del pasado que no está intacto, sino más bien resignificado por lo vivido a través de los años.

Sé positivamente que no me ocurrirá lo mismo con todas mis compañeras. Con la mayoría no habrá posteriores encuentros más allá del grupal porque la afinidad de entonces no necesariamente es la afinidad de hoy. Intereses, experiencias y formas de resolver las cosas nos pondrán en lugares diferentes difíciles de compatibilizar.

Pero bueno, ya se ha dicho que nadie se baña dos veces en el mismo río, no?

PD: por esas casualidades de la vida, en mi cocina está colgado de una descolorida cinta que supo ser azul el escudo de metal de la escuela.

miércoles, agosto 08, 2007

Dale que va

Después de muchos meses de no escribir nada que salga originalmente de mi pluma, heme aquí, regresando.

Es de público conocimiento que Rubén y yo nos casamos el 1° de julio próximo pasado.Ya contaré jugosos detalles del mismo en mi otro blog inaugurado para tal fin "Crónica de un casamiento a los piques".

Mientras tanto, acontecieron otros sucesos de importancia desde ese día. Puntualmente quiero contar con preocupación que ya tengo una (o dos) aguerridas competidoras para esposa de mi marido.

Les cuento.

Extemporáneamente vuelvo a deleitarme con "El Clon", una telenovela brasileña digna de verse, comentarse y analizarse. A los desprevenidos les adelanto que dicho culebrón versa sobre las desventuras amorosas entre una chica marroquí de origen musulmán y un occidental y cristiano de origen brasileño. Me centraré en esta parte de la historia y dejaré el tema del clon para otro momento.

Entre otras cuestiones, la novela recorre las diferencias culturales y religiosas de ambos dos protagonistas. La poligamia es una práctica aceptada y extendida en el Islam y he descubierto (con horror) que, si bien no es practicada, es aplaudida en Occidente con más o menos disimulo.

Sin lugar a dudas, Freud hizo un gran aporte a la humanidad al conceptualizar el Complejo de Edipo. Lo molesto, en todo caso, es lidiar con sus consecuencias, de las cuales poco se ha explayado el buen Doctor.

Dos de mis sobrinas, una de 4 años y otra de 2(su hermana), invierten gran parte de su energía disponible para conquistar la atención y los favores de mi esposo.
Ya desde antes del casamiento, la más grande lo invitó a dormir a su casa después de la fiesta y así al otro día poder ir juntos al jardín.

No escatiman en gastos para llevar a cabo la operación seducción: Lo felicitan por el lindo auto que tiene (según ellas el más lindo del estacionamiento del Abasto), y por el olor que tiene el auto. Yo quedé pintada al óleo hace mucho tiempo, pero la novedad ahora es que tratan de desplazarme a todas luces. La mayor me dice que soy fea, que no me da beso porque no quiere y que a Ruby no le da beso para que se quede a vivir para siempre en su casa.

Como ha dicho mi padre de mi abuelo (a la sazón, su suegro): "No puedo negar que lo odio".

Yo no odio a mis sobrinas, pero "no puedo negar" que me enloquecen de celos y no puedo evitar ponerme a su altura y competir con ellas de igual a igual y cuerpo a cuerpo. La última de mis frases célebres fue "Pero, ¿quién se casó con Ruby?"

Creo que estas dos enanas se están candidateando para segunda y tercera esposa y que mi marido, a juzgar por cómo halaga la comida de mi cuñada, no mira con malos ojos la posibilidad de una segunda suegra. Que también será su cuñada, lo cual completaría el crucigrama familiar.

Ampliaremos. (Si no reviento antes).