martes, noviembre 28, 2006

Yo también soy Silvia Prieto

Estoy corriendo con mil cosas que hacer, pero tengo que escribir esto. Ultimamente he adquirido el hábito de "googlearme" (buscarme en Google), so pretexto de ver cómo va mi sitio InsideBA en los buscadores. Hete aquí que encuentro de sopetón, porrazo y sin anestesia, que una de las "entintadoras" del dibujo animado Patoruzito es tocaya en nombre y apellido.

No sé bien qué decir. Es una sensación muy rara. En otro momento, hubiese llamado a Gabriela para contarle y se me habría reído en la cara y habríamos hecho mil bromas en tono dramático al respecto.

Y el que no entiende el título, que vea la película de Rejtman.

Besos desorientados, Valeria Duek

Que lo parió.

lunes, noviembre 27, 2006

Censura maternal

Para qué dar vueltas. Mi madre leyó el último post y no quedó muy contenta que digamos. Dice que saque su nombre y el de su pareja. Dice que saque un par de cosas más. Dice que es una falta de respeto hacia la familia (?).

Yo me encabrité. Luché y luché, pero no tuve más remedio que ceder ciertas posiciones. Llegué al siguiente acuerdo: aplico la censura si y sólo si se deja de joderrrrrrrr (con acento en la "r") con el tema del casamiento. Protestó (bastante), pero no la dejé hablar. Yo hago los cambios requeridos, pero a la primera de cambio vuelve la versión uncensored.

He dicho.

Atentamente, v.

jueves, noviembre 23, 2006

Mi madre reloaded (otra que Matrix)

Quiero contar a los cuatro vientos que mi madre, después de 13 años de divorciada, tiene novio.
Y no solamente que tiene novio, sino que lo conocimos. (Mmm) se llama el señor, que al parecer la quiere mucho. Es buen mozo y muy agradable. Ruby y yo estuvimos con ellos en un cumpleaños. A los (mmm) estaban. Mi madre, en un estado, cómo decirles, "comprometido": bajo el efecto de 2 Rivotriles que se había agenciado antes de ir al dentista ese día y un poco de un tintillo para alquilar balcones. (Mmm) estaba conténtishe.

El nono ya anotó en su super libretita el nombre y apellido del señor en cuestión y los mira cada vez que mi progenitora aparece, al igual que lo hizo con Ruby cuando lo conoció.

Estamos todos muy contentos. Todavía mi papá no sabe nada.

Hasta luego.

PD: Igual, mi papá es más lindo.

lunes, noviembre 20, 2006

La oferta impresionante

Hace unos días, no recuerdo ya en qué revista, salió un artículo referido a lo chic que son las mujeres parisinas sin ninguna necesidad de producción ultraestelar; o sea, lo que el artículo venía a significar, es que estas afortunadas féminas eran así, naturalmente chic. Para ilustrar el texto, había fotos de mujeres que sacadas en la calle, muchas veces sin que la protagonista lo notara.

No voy a negar que las chicas en cuestión eran chic.

Ahora bien, quiero expresar, declarar, dejar bien, pero bien clarito, que yo también conozco una chica chic. Vive en Buenos Aires, y debo decir que nunca, pero nunca la vi no chic. Se llama Adela. La otra vez la vi con unas sandalias espectaculares, ultra top, de lona negra y taco de yute con el dedo afuera.

¿Dónde las compraste? Fue el grito unánime de todas las que la acompañábamos en ese momento, esperando que nos dijera que las compró no sé dónde y que le costaron un dineral.

Hago un paréntesis. Ustedes sabrán que muchas mujeres guardan sus secretos de belleza y/o indumentaria bajo siete u ocho llaves, no sea cosa de que sean copiadas y pierdan su trono. Las muy yeguas no largan prenda, o peor aún, mienten descaradamente.

No es el caso de nuestra amada Adelaida, quien gustosa nos contó que las mentadas sandalias fueron adquiridas en una Chinelería de barrio "esas que tienen zapatos de vieja" y que su precio es módico y accesible al monedero de la dama y al bolsillo del caballero.

Hete aquí que necesitaba calzado veraniego y cuando vi las dichosas sandalias en una chinelería de Paraguay y Maipú, me avalancé sobre dos pares como si estuviera haciendo la ganga del siglo y no quisiera levantar la perdiz.

Paso tips interesantes para futuras compradoras: recorran, chicas, recorran, que puede haber una diferencia de precio de unos, digamos ocho pesos. Otro dato muy importante es que al otro día de usarlas por primera vez, los pies duelen muchísimo, pero después, ya está. Nunca más.

Nuestros agradecimentos a Adela, que además de chic, es buena mina.

Nos estamos viendo.

martes, noviembre 14, 2006

No quiero ser modelo

Hay una frase de Sting que tengo muy presente: “Sé vos mismo, no importa lo que digan”. La canta en “Inglés en Nueva York”, y es sobre lo que siente alguien cuando sabe que es distinto. Creo que en nuestra sociedad hay una fuerte presión para homogeneizarnos, para que todos seamos flacos, bonitos y no pensantes, sobre todo lo último.

He llegado a equiparar el pensamiento y la angustia, como si la reflexión no pudiera servirme para estar mejor. Pero voy a sentirme mal mientras no pueda pensar algunas cosas ¿por qué tengo que ver la diferencia como un castigo?, ¿por qué no tender puentes a partir de ella?, ¿a quién quiero parecerme y para qué?

Mis relaciones se vuelven más difíciles cuando intento ser lo que no soy. Hay demasiados mitos en el medio, demasiadas imágenes falsas. Y el miedo a que me rechacen si me dejo ver es duro de soportar. Pero quizá sea peor vivir en una ficción.

Podemos ser muchas cosas. Pero si no nos decidimos nunca sabremos lo que pudimos ser. Como esa gente que dice “yo podría escribir pero no lo hago porque…” Y después sigue una lista de excusas. Ante nosotros y los demás sólo somos lo que somos.

No creo que una vida mediocre sea la solución a la falta de opciones. Todavía es posible elegir, siempre es posible pero hay que combatir al miedo. Ese que nos dice que no lograremos ser felices, que es mejor convertirnos en momias. Ese que nos convence de no arriesgarnos por nada, cuado debería ser al revés, como proponía Cortázar: “…Y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar el diario a la esquina”.

Me pregunto en qué me ayudaría parecerme a la modelo que actúa en TV, además de seducir y ganar dinero. Sospecho que mi futuro no está en la pasarela. Prefiero dedicarme a escribir. Cada uno tiene lo suyo. Y si pierdo el tiempo tratando de imitar modelos inalcanzables, no haré mi propia experiencia. Pero cuesta: estamos acostumbrados a recibir órdenes en todos los ámbitos. El que se aparta de lo común es visto como un extraño, incluso como un peligro.

La difícil tarea de modelarnos a nosotros mismos no la haremos escuchando al maestro con los ojos cerrados. Al contrario, es con los ojos abiertos como se puede aprender, y aceptando que no estamos terminados. Pero tampoco el que nos habla lo está.

Y los que comparten nuestra búsqueda también tienen algo qué decir, no sólo los que “saben”. Hay rechazo al aprendizaje democrático en el que todos tienen derecho a debatir. Prefiero la polémica al silencio, que me recuerda al de los cementerios. Si estamos vivos, deberíamos agitarnos.

Lo que duele es elegir, siempre hay que renunciar a algo para tener otra cosa. Y a veces estoy disconforme con mis elecciones porque no me dan lo que esperaba. Pero equivocada o no, soy yo la que decido. En este país donde otros deciden por mí en temas fundamentales, tengo que hacerme cargo de las cuestiones “personales”: un amplio territorio que incluye familia, amigos, pareja y todo lo que me impulsa a ser auténtica. Vestirme como quiero, hablar de lo que pienso, juntarme con la gente que me ayuda a crecer. Hay una actitud que me parece funesta: “es el peor es nada”.

Conozco ciertas personas que viven de acuerdo con esa “petición de principios”. Están mal con ellos mismos, con su pareja y su trabajo pero se consuelan diciendo que eso es mejor que otra cosa. ¿Cómo pueden saberlo si el terror al cambio los mantiene ciegos?

Lo ideal sería encontrar la fuerza y el coraje necesarios para no ceder a las presiones sociales, que me llevan a hacer lo que no quiero en momentos que no son los míos. Pero para eso necesito tener la cabeza fría y no dejarme invadir por los mensajes que me vende la publicidad.

En “Aguafuertes porteñas”, Arlt le contesta a un hombre que le pide la fórmula de la felicidad: “No mire lo que hacen los demás. No se le importe un pepino de lo que opine el prójimo. Sea usted, usted mismo sobre todas las cosas, sobre el bien y sobre el mal, sobre el placer y sobre el dolor, sobre la vida y la muerte. Usted y usted. Nada más. Y será fuerte como un demonio entonces. Fuerte a pesar de todos y contra todos”. Si eso no es la felicidad, es lo más parecido que conozco.

Gabriela Lotersztain

Diario Clarín, 1992

lunes, noviembre 13, 2006

Gabriela Lotersztain, mi amiga

Gabriela falleció el 10 de noviembre de 2006. Tenía 36 años y éramos amigas desde los 18, o sea la mitad de nuestras vidas.

¿Qué se puede decir ante la muerte de una amiga? Sinceramente no lo sé. Tengo la honda sensación de que ninguna palabra alcanza.

Quisiera compartir con ustedes lo único que pude decir ayer, en ocasión de su entierro.

Podría decir muchas cosas de Gabriela.
Que era mi amiga más querida. Que el vínculo que nos unía era más fuerte que la palabra escrita.
Que era una mujer brillante. Que iluminó y enriqueció mi vida y también la de otros, a veces sin buscarlo; como la de esa chica que escribió una Carta de Lectores al diario Clarín, contando que una nota publicada en la sección Editorial, "No quiero ser modelo", había impactado tanto en su vida que no solamente decidió estudiar Ciencias de la Comunicación, sino que también fundó una revista en su pequeña ciudad natal. La nota había sido escrita por Gabriela, y yo no pude sentir menos que orgullo.
Durante nuestras correrías juntas compartimos una sucesión de momentos tragicómicos. Hubo un tiempo en que nuestro punto de encuentro tuvo que ver con su destino: la escritura.
Quisiera leer parte de una carta que me escribió Gaby cuando yo vivía en Tel Aviv. Teníamos veinte años y email todavía era para nosotros una ciencia oculta.


Buenos Aires, 20/11/89 (Lunes)

Queridisísima Valerie:

Heme aquí. Después de mucho tiempo pero dicidida a contarte todo de mi vida. La verdad es que estoy loquísima, el tiempo no me alcanza ni para respirar y sin embargo yo me empeño en desafiarlo y seguir asistiendo a mis múltiples actividades: Inglés, Franchute (te cuento que ya estamos terminando con la historieta de este año), terapia (con Diánele nos entendemos cada vez mejor: ella se ríe de mí y yo de ella), taller literario, gym y ahora he incorporado nuevas variantes, como ser: masajes en el Lola (para las contracturas provocadas por el "stress" de mi agitado "lifestyle") y Dieta Club: ahí no sé bien para qué voy porque no pienso abandonar mis errados hábitos alimentarios, ni aunque venga Cormillot a pedírmelo de rodillas (pero, así y todo, te confieso que bajé 2 kilos).
Lo que me tiene loca es la facu: Desde hace 2 ó 3 semanas y hasta dentro de un mes tengo que dedicarme a full a los exámenes, así que estoy estudiando duro (y faltando a los otros lugares porque si no, no llego).
(...) En el terreno "afectivo - erótico - sentimental", there's nothing in the lontananza. A principios de octubre salí con Adrián, tuvimos un "escarceo". Sobre esto te cuento una anécdota tragicómica: Mis viejos habían salido; nosotros fuimos a tomar un café a Van Gogh y volvimos a casa; ahí se desencadenó la "situation". Las cosas se habían puesto espesas cuando mi padre irrumpió en el cuarto; parece que creyó que estaba sola y no hacía falta golpear la puerta. Vos solamente imaginate la cara de ambos 3. Inmediatamente después, Adrián se las picó. Por suerte con papá no hubo problemas: al día siguiente yo no me animaba a entrar a su pieza a buscar los diarios pero no pasó nada.
(...) ¿Sabés que me corté el pelo? Me queda mucho mejor: lo tengo todo con bucles, parezco "Ricitos de oro", pero groncha.
A la que estoy viendo bastante últimamente es a Silvana. El sábado fuimos al Luna Park a ver a Ignacio Copani, el que canta "Cuántas minas que tengo". A mí las letras del tipo me parecen buenas, aparte habla en un lenguaje sencillo, como para que la gente lo entienda. Hay una sobre los intelectuales que dice: "Nosotros los cultos, los intelectuales... y después sigue diciendo: "Nosotros tenemos problemas más graves: surmenage, stress y depresión..."
¡Decime si no es para sentirse identificado!
(...) Bueno, Valerie, creo que ya está (por ahora). Prometo firmemente que pronto, cuando terminen los parciales, te voy a escribir más cartas ¡y largas!

Te quiero muchoooooooooooooooo (Me emocionó mucho cuando leí tu carta y me acordé de nuestros tés y nuestras "burguesías").

¡Te EXTRAÑO!

Besos de Gabriele (no me olvidé de vos, no tengas miedo. Yo también te tengo en IL CUORE)

lunes, noviembre 06, 2006

Ushpizin o cuando la maldición se transforma en bendición

Quique y Marta, los tíos de Ruby tienen un video club "de amor". Digo "de amor" porque ellos aman el cine. Su videoclub no se parece en nada a esos supermercados del video y dvd con alfombra azul y olor a popcorn donde siempre hay una empleada dispuesta a agrandarte la promo por 2 pesos más, que por supuesto no tiene idea de lo que es el cine y jamás podrá asesorarte en otra cosa que decirte si la película en cuestión está o no en stock.

Quique y Marta, quienes se han topado con Sofía Loren en algún tren que cruzaba Italia, quienes fueron lanzados a la fama radiofónica a través de Sebastián De Caro, quienes llaman a cada cliente por su nombre (aún a los más chiquitos); con sumo placer darán asesoramiento sobre una película adecuada según el humor, el día y las características del público destinatario.

Ahí estuvimos Ruby y yo el sábado a la noche. Nos trajimos Ushpizin, una película de factura impecable, sin estridencias ni autobombos innecesarios. Como ya comenté en mi post anterior, adoro las cosas bellas, buenas e inteligentes que me dejan pensando y/o hablando con los que más quiero.
Ushpizin podría ser una ventana al mundo judío religioso de Jerusalem, con sus costumbres y sus ritos o más bien podría ser un puente hacia nuestro corazón, nuestras fuerzas y nuestra fe en nosotros mismos.
Curiosamente, esta película como Little Miss Sunshine, habla de las dificultades y de cómo lo que aparentemente se muestra como una maldición puede transformarse en una bendición multiplicadora más allá de lo esperado. Habla de la fe en uno mismo, el camino nuevo que se ha emprendido, la humildad y la aceptación (mas no resignación).

Seguramente a muchos el hecho de que esta película tenga como protagonistas a judíos ortodoxos les parezca razón suficiente para tacharla de sus lista de preferencias. Un amigo mío que vive en Israel, cuando le conté que la había visto me preguntó por qué, en el sentido de "¿qué necesidad hay?" Es alguien a quien quiero mucho, dueño de un sentido del humor combinado con una inteligencia envidiable, sazonado con siglos de "shtetls" y cucharadas generosas de "El violinista sobre el tejado", quien una vez expresó a la vuelta del super: "Me equivoqué y compré pescado del bueno". Ese es Meir, quien la sola mención de la palabra "religioso" le provoca un espontáneo "uacala". Y si no, pregunten a los gays que quieren hacer su manifestación del orgullo en Jerusalem.

Me estoy desviando.
Lo que quiero decir es: vean la película. Si tienen prejuicios, por favor sáquenselos.

Después me cuentan.

Saludeiros, v.