Esto del blog también tiene sus bemoles. Para empezar yo quería que MI blog se llamara "Eramos tan felices" en homenaje a los oi oi oi que supimos conseguir.
No fue posible.
En Crear su Blog en tres pasos, me informó amablemente el sistema que ese nombre de blog no estaba disponible.
En mi creciente angustia y desesperación, traté de hurgar en la web quién fue el ladrón que osó hurtarme el nombre que había decidido. Hete aquí que nadie. Ese blog existe VACIO.
Un horror.
Luego quise bautizar a mi blog "Hasta las últimas consecuencias" - tampoco fue posible. Esta vez me ahorré el trabajo de buscar.
Enjugándome una lágrima, decidí nombrar a mi blog con una frase célebre de mi "briyuante" amiga Gabriela, quién un día, sentada cómodamente en Nucha, viendo pasar una cheesecake y cayendo en la cuenta que pronto debería elegir qué iba a engullir, una vez más se vio en el aprieto de optar por una de las múltiples opciones del menú. Relatándome el "momento de decisión", me dijo "y bueno, vos sabés que para mí el libre albedrío es una maldición", ya que conlleva la angustia de creer mejor todo aquello que queda fuera de la elección del cuadrado de chocolate con dulce de leche y ciruelas.
En fin.